[..] Pero cuando llegué a la plaza ya no tenía el coraje para decir lo que había ensayado. Entonces me prometí que sólo te entregaría la medalla cuando pudiese terminar la frase que había comenzado a decir aquel día, hace casi veinte años. Durante mucho tiempo intenté olvidar, pero la frase seguía presente. No puedo vivir más con ella.
Dejó el café. Encendió un cigarrillo y se quedó un largo rato mirando la punta. Finalmente se volvió hacia mí. - Es una frase muy sencilla - dijo -. Te quiero.
A orilas del río Piedra me senté y lloré - Paulo Coelho.
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